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QUIEREN HABLAR
No se desgasta el olor de las hojas entre los dedos, el polvo contra el zapato marrón, los días de la semana, el humo desaparece.
Se aligeran los libros.
Sal del zapato, péinate, huele a las diez donde los árboles son adultos, como las sábanas, como ayer.
Cuéntamelo de nuevo, cuéntamela, la claridad que es del mundo y nos reúne al amanecer con cada parte en su sitio. Tal como los instrumentos, la batuta, el violín, el traje, los acordes, las sillas o con la cinta en el pelo o el malva en las ramas desoladas.
Se habrán reunido esta noche en el centro del patio para hablar entre ellas, vuelven a ser jardín, laberinto, misterio. Vuelven a ser columna, es importante que tengan una función, serán mañana imprescindibles, innumerables, el salto hacia la campana, el atril. El velo rosa color madera de dimensión insondable, el velo con las estrellas, el choque y la suavidad de cada cuerpo en su parte, el mundo como un platillo. Es inmensa la luz, es imperecedera esta sonata a la oscuridad, están vivas las sombras, es todo interrogación y andamiaje.
Quieren hablar estas palabras contra las suyas, este silencio hinchado quiere llover, abrazarse a lo verde tal como si escribiera sus nombres.
Huele a musgo planchado, recién alborotado, huele a que el juego es el recinto, déjame ver lo que anotaste en las llaves, mis pasos que se dirigen en el mapa al revés. Como un triángulo.
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